El niño miraba al abuelo escribir una carta.
En un momento dado, le preguntó:
-¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos?
¿Es, por casualidad, una historia sobre mi?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:
-Estoy escribiendo sobre ti, es cierto.
Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando.
Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.
-¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
-Todo depende del modo en que mires las cosas.
Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas,
harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo.
Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
Segunda cualidad: de vez en cuando necesito dejar lo que estoy escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
Tercera cualidad: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
Cuarta cualidad: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de hacer que todo lo que hagas en la vida, dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.”
Paulo Coelho
lunes, 26 de septiembre de 2011
EL VALOR DE LAS COSAS
-Una historia zen-
Esta es una historia que nos enseña que el verdadero valor de las cosas solo puede ser apreciado por un experto.
"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?"
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después...- y haciendo una pausa agregó Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-E...encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
-Bien-asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
-Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.
-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...
El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
Esta es una historia que nos enseña que el verdadero valor de las cosas solo puede ser apreciado por un experto.
"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?"
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después...- y haciendo una pausa agregó Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
-E...encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
-Bien-asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
-Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
-Que importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-¡¿58 monedas?!-exclamó el joven.
-Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...
El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
EL MONO BORRACHO
Resulta que entra un hombre llevando a un monito con una correa. Se sienta, pide un whisky para el y un licuado de bananas para el mono. El animal se toma el licuado, tira el vaso a la mierda y comienza a correr por todo el bar, lanzando gritos y haciendo destrozos. Finalemnte, llega a la mesa de billar, se para ve la bola blanca que esta sobre el paño de la mesa; agarra la bola y se la come. El dueño del bar, enfurecido, le recrimina al hombre: "Oigame, usted ! Ese mono suyo es un salvaje, primero me destroza el bar y despues se come mi bola de billar !! Los voy a echar a patadas a usted y a ese bicho de mierda !! " El hombre, avergonzado, le dice al dueño "no se preocupe amigo, yo le pago por todos los gastos ". Dicho esto, saca un fajo de billetes y se va. Al cabo de una semana vuelven el hombre y su monito al mismo bar. El hombre pide un trago para el y otro para el mono. El mono esta vez se comporta decentemente; se toma su trago y se pone a caminar mesa por mesa, pero sin romper nada. En esas ve sobre una mesa un vaso con una cereza en el borde. Agarra la cereza, la mira bien, y procede a metersela en el culo con toda delicadeza. Se la saca, la vuelve a mirar, y se la come. El dueño del bar, indignado, otraz vez le recrimina al hombre:"Oiga !! Ese mono asqueroso suyo es un inmundo ! Vio lo que ha hecho ? Delante de todos mis clientes, se mete una cereza en el culo y despues se la come ! " A lo que el hombre le contesta :"Si, mire, tiene que comprenderlo, desde que se comio esa bola de billar la semana pasada, ahora, antes de comer cualquier cosa se la mide !!!"
SACUDETE COMO EL BURRO!!!
Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo.
El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de sacarlo sin exito.Finalmente el campesino decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco, y necesitaba ser tapado de todas formas y que realmente no valía la pena sacar el burro. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarlo. Todos tomaron una pala y empezaron a tirar tierra al pozo. El burro se dió cuenta de lo que estaba pasando y lloró desconsoladamente. Luego para la sorpresa de todos, se tranquilizó. Despues de unas cuantas paladas de tierra, el campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio… Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increible…
Se sacudía la tierra y daba un paso hacia arriba…..mientras los vecinos seguian echando tierra encima del animal, el se sacudía y daba un paso hacia arriba.
Pronto todo el mundo vió sorprendido como el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando… La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra… El truco para salirse del pozo es sacudirsela y dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba.
Disfruta la vida...¡SACUDETE…!
El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de sacarlo sin exito.Finalmente el campesino decidió que el animal ya estaba viejo, el pozo estaba seco, y necesitaba ser tapado de todas formas y que realmente no valía la pena sacar el burro. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarlo. Todos tomaron una pala y empezaron a tirar tierra al pozo. El burro se dió cuenta de lo que estaba pasando y lloró desconsoladamente. Luego para la sorpresa de todos, se tranquilizó. Despues de unas cuantas paladas de tierra, el campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio… Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increible…
Se sacudía la tierra y daba un paso hacia arriba…..mientras los vecinos seguian echando tierra encima del animal, el se sacudía y daba un paso hacia arriba.
Pronto todo el mundo vió sorprendido como el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando… La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra… El truco para salirse del pozo es sacudirsela y dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba.
Disfruta la vida...¡SACUDETE…!
"LAS CALAMIDADES PUEDEN SER CAUSA DE CRECIMIENTO Y DE ILUMINACION"
Había un pájaro que se refugiaba a diario en las ramas secas de un árbol que se alzaba en medio de una inmensa llanura desértica. Un día, una ráfaga de viento arrancó la raíz del árbol, obligando al pobre pájaro a volar cien millas en busca de un nuevo refugio... hasta que, llegó a un bosque lleno de árboles cargados de ricas frutas.
Si el árbol seco se hubiera mantenido en pie, nada hubiera inducido al pájaro a renunciar a su seguridad y echarse a volar.
Si el árbol seco se hubiera mantenido en pie, nada hubiera inducido al pájaro a renunciar a su seguridad y echarse a volar.
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